Cuatro referencias a relojes de sol en la literatura
¿Qué pueden tener en común la obra de picaresca de Cervantes, Rinconete y Cortadillo, el soneto de QuevedoA una gran nariz, El sombrero de tres picos, del andaluz Pedro Antonio de Alarcón y la obra del nobel José Saramago La balsa de piedra?. A primera vista sólo que se tratan de algunas de las obras más conocidas de la literatura luso-castellana. Pero además también albergan en su interior una pequeña coincidencia: En todas se aluden, de una manera más o menos directa, a los relojes de sol como instrumentos de medición horaria.
En ellas no se hace referencia a la gnomónica, la astronomía, las matemáticas o la geometría como complicados elementos a considerar para el cálculo horario, sino que, de una manera sencilla, descriptiva, e incluso en clave de humor, introduce dichos artefactos, o, en especial, alguna de sus partes, como elemento fundamental de la narración, sin la cual no tendría sentido.
Con los comentarios expuestos no hemos pretendido ofrecer un análisis literario de la obra, por lo que las referencias sobre el autor y el libro comentado se han realizado con el único fin de situar al personaje en su tiempo y de contextualizar dentro de la obra el párrafo comentado.
Para finalizar diremos que sólo hemos tratado de dejar constancia de aquellas obras, de las que hemos tenido conocimiento, en las que, en algún momento, los relojes de sol son nombrados, dejando aparte, por de sobra conocidas, las menciones que sobre ellos se hacen en el Antiguo Testamento, Libro IV de los Reyes, 20, 8-11(1) e Isaías 38, 5-8(2).
No somos especialistas en literatura ni empedernidos lectores, por lo que estamos seguros que en la literatura universal se pueden encontrar otras referencias a dichos artefactos.
¡Anímate a buscarlos!
Rinconete y Cortadillo
Miguel de Cervantes, nacido en Alcalá de Henares en 1547, es el más importante escritor en lengua española. Con 22 años publica sus primeras poesías. Tras una vida azarosa que le llevaría a quedar con un brazo inutilizado, y a estar preso en Argel, se establece definitivamente en España, Madrid, Sevilla, Valladolid, donde escribe inicialmente obras de teatro y poesía. Con 57 años publica la primera parte de «El Quijote» y con 66 su obra «Novelas Ejemplares» en las que se incluyen, entre otros, el relato objeto de esta crónica.
En «Rinconete y Cortadillo», ejemplo de relato picaresco, narra la vida de dos jóvenes rufianes y pordioseros de la España del XVII que se divierten estafando.
En un pasaje del mismo, nos ofrece una muestra de algunos de los objetos que guarda un viajero francés, entre los que se encuentran…
En esto, Cortado y Rincón se dieron tan buena maña en servir a los caminantes que lo más del camino los llevaban a las ancas; y aunque se les ofrecían algunas ocasiones de tentar las valijas de sus medios amos, no las admitieron, por no perder la ocasión tan buena del viaje de Sevilla, donde ellos tenían grande deseo de verse. Con todo esto, a la entrada de la ciudad, que fue a la oración, y por la puerta de la aduana, a causa del registro y almojarifazgo que se paga, no se pudo contener Cortado de no cortar la valija, o maleta, que a las ancas traía un francés de la camarada. Y así, con el de sus cachas le dio tan larga y profunda herida, que se parecían patentemente las entrañas, y sutilmente le sacó dos camisas buenas, un reloj de sol y un librillo de memoria, cosas que, cuando las vieron, no les dieron mucho gusto; y pensaron, que pues el francés llevaba a las ancas aquella maleta, no la había de haber ocupado con tan poco peso como era el que tenían aquellas preseas, y quisieran volver a darle otro tiento; pero no lo hicieron, imaginando que ya lo habrían echado [de] menos, y puesto en recaudo lo que quedaba.
A un hombre de gran nariz
soneto de Francisco de Quevedo y Villegas.
Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645) es un importante escritor del llamado Siglo de Oro de la literatura española (siglos XVI y XVII).
Las actitudes que lo definen, la extrema agudeza intelectual, el humor directo y sarcástico y el hablar «a las claras», fueron los motivos que causaron, entre otras cosas, el destierro a que se fue sometido por su enfrentamiento con el Conde Duque de Olivares, valido de Felipe IV.
Ejemplo de la sátira y del humor que habitualmente refleja en sus obras, tenemos el siguiente soneto, «A una gran nariz», en la que compara la longitud de la varilla de un reloj de sol con la exagerada prominencia nasal con que cuenta el personaje. Y lo hace con una extrema descripción y una no menor gracia.
Disfrútalo.
Érase un hombre a una nariz pegado, érase una nariz superlativa érase una alquitara medio viva, érase un peje espada mal barbado; era un reloj de sol mal encarado, érase un elefante boca arriba, érase una nariz sayón y escriba, un Ovidio Nasón mal narigado. Érase el espolón de una galera, érase una pirámide de Egito, las doce tribus de narices era; érase un naricísimo infinito, muchísimo nariz, nariz tan fiera que en la cara de Anás fuera delito.
El sombrero de tres picos
de Pedro Antonio de Alarcón
Pedro Antonio de Alarcón y Ariza nació en Guadix (Granada) el 10 de marzo de 1833. Tras unos escarceos iniciales con la religión, con 15 años ingresa en el Seminario, y un periodo revolucionario, sufre una evolución ideológica con la aboca al conservadurismo, falleciendo en 1891. Pero de su vida, nos ha legado una abundante producción narrativa que, como en el caso que nos ocupa, ha sido traducido a muy diversas lenguas y estilos literarios, como la comedia musical y la adaptación teatral.
El sombrero de tres picos, que se publica en 1874, hunde sus raices en la tradición popular. Es una obra costumbrista, ambientada en el ambiente rural de los alrededores granadinos de las postrimerías del siglo XVIII y comienzos del XIX, que narra en clave de intriga las relaciones de una pareja, el tío Lucas y la Molinera, entre sí, y con la caterva de personajes que pasean por su dominio: El Corregidor y el alguacil, el Obispo… y, de por medio, la intriga y el honor.
En el capítulo VI Habilidades de los dos cónyuges, nos describe, de un lado, la sencillez conque el molinero traza un reloj de Sol en la pared, y de otra, la gracia con la que un loro, en base a la lectura que de aquél hace, da las horas, con exquisita precisión, ¡incluso en los días nublados y de noche!.
Así nos relata:
Por ejemplo: el tío Lucas adoraba las flores (lo mismo que su mujer), y era floricultor tan consumado que había conseguido producir ejemplares nuevos por medio de laboriosas combinaciones. Tenía algo de ingeniero natural, y lo había demostrado construyendo una presa, un sifón, y un acueducto que triplicaron el agua del molino. Había enseñado a bailar a un perro, domesticado una culebra, y hecho que un loro diese la hora por medio de gritos, según las iba marcando un reloj de sol que el molinero había trazado en una pared, de cuyas resultas, el loro daba ya la hora con toda precisión, hasta en los días nublados y durante la noche.
La balsa de piedra
de José Saramago
José Saramago, nace en Azinhaga (Portugal) en 1922. En 1947 publicó su primera novela y, a pesar de la buena crítica que recibió, permaneció más de 20 años sin publicar un libro. Con la aparición en 1982 de «Memorial del convento», le es reconocido internacionalmente su celebridad. Desde entonces su estilo narrativo ha marcado toda una época reconocida con la distinción del Premio Nobel de Literatura en 1998.
Autor, además de «Ensayo sobre la ceguera», «El Evangelio según Jesucristo» y «Todos los nombres», en «La balsa de piedra», teniendo como telón de fondo una península ibérica que se desgaja del resto del continente por una serie de circunstancias, nos narra las vicisitudes que, por tal hecho, atraviesan cinco personas con hechos coincidentes y relacionados con el inicio, desarrollo y fin de la novela.
Una vara de negrillo, que es el objeto de extrañas virtudes que enlaza a uno de dichos personajes, Pedro Orce, farmacéutico originario de la misma localidad granadina, con el resto de los intervinientes, es el atributo referido como reloj de Sol en el texto.
En el penúltimo párrafo del libro, figura:
...Luego Joana Carda clavó la vara de madera de negrillo a la altura de la cabeza de Pedro Orce, No es cruz, como bien se ve, no es una señal fúnebre, es sólo una vara que perdió la virtud que tenía, pero aún puede servir para esto, ser reloj de sol en un desierto calcinado, tal vez árbol renacido, si un palo seco, clavado en el suelo, es capaz de milagros, echar raíces, liberar de los ojos de Pedro Orce la nube oscura, mañana lleverá sobre estos campos.
Esteban Martínez
Julio de
2002
(1)
Isaías, 38 Enfermedad de Ezequías
5. «Anda y di a Ezequías: Así dice Yahvé, el Dios de tu padre David: He oido tu oración y he visto tus lágrimas; he aquí que añadiré a tu vida quince años.
6. Y te libraré a ti a esta ciudad del poder del rey de Asiria, pues Yo protegeré a esta ciudad.
7. Y esto se te dará por señal de parte de Yahvé en prueba de que Él cumplirá lo que ha dicho:
8. He aquí que haré retroceder la sombra diez grados de los que ha bajado en el reloj solar de Acaz». En efecto retrocedió el sol diez grados de los que había bajado.
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(2)
Libro IV de los Reyes, 20 Enfermedad de Ezequías
8. Ezequiel preguntó a Isaías: «¿Cuál será la señal de que Yahvé me va a sanar y de que dentro de tres días podré subir a la casa de Yahvé?».
9. Respondió Isaías: «Este te servirá de señal de parte de Yahvé (para que conozcas) que Yahvé cumplirá la palabra que ha dicho ¿Quieres que la sombra avance diez grados o que retroceda diez grados?.»
10. Contestó Ezequías: «Fácil es que la sombra avance diez grados; por eso quiero que la sombra vuelva atrás diez grados».
11. Entonces el profeta Isaías invocó a Yahvé el cual hizo que la sombra en el reloj de Acaz volviese atrás diez grados de los que ya había bajado.
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