Medición horaria y astronomía en Don Quijote
Con motivo de la conmemoración del 400 aniversario de la publicación de El Quijote, y quizás como consecuencia de las nuevas lecturas que de la magna obra se han hecho, es momento de comentar su contenido en función del particular interés de quien lo realice. En nuestro caso, lo analizaremos, como el título indica, en función de las citas que en él se hacen de la mesura del tiempo y de la astronomía.
Sobre la medición horaria
Así, ya en la primera parte, capítulo XX, en el que habla De la jamás vista ni oída aventura…, Sancho, temeroso de las intenciones de su amo, y de la noche cerrada en que se hallaban, comenta: «dilátelo, a lo menos, hasta la mañana: que a, lo que a mí me muestra la ciencia que aprendí cuando era pastor, no debe de haber desde aquí al alba tres horas, porque la boca de la bocina está encima de la cabeza y hace la media noche en la línea del brazo izquierdo«.
Cuando habla de la bocina se refiere Sancho a la Osa Mayor y con su explicación resume el modo de cálculo de la hora nocturna usado en la antigüedad, desde eruditos hasta pastores -como es su caso- consistente en la observación del giro realizado en torno a la Estrella Polar, por el conjunto de estrellas situadas en el extremo de la Osa Mayor, en relación a la posición que ocupaba todo el conjunto en la última medianoche. Pero como la medición realizada «a ojo» era estimada subjetivamente por el observador y era susceptible de la comisión de apreciables, errores, para corregir y perfeccionar el cálculo de lectura, se inventó el nocturlabio.
Si acudimos a la segunda parte, capítulo XVIII, es ahora Don Quijote quien nos explica que la caballería andante es una ciencia «que encierra en sí todas o las más ciencias del mundo«. El que la profesa ha de ser «jurisperito», teológo, médico y «astrólogo para conocer por las estrellas cuántas horas son pasadas de la noche, y en qué parte y en qué clima del mundo se halla, ha de saber las matemáticas porque a cada paso se le ofrecerá tener necesidad dellas«.
Sobre la Astronomía y la Astrología
Pero cuando Cervantes pone en boca de Don Quijote términos referidos a la Astrología, no lo está haciendo exclusivamente a lo referente al primero de los que en la actualidad vienen definidos en el diccionario de la RAE: «Estudio de la posición y del movimiento de los astros, a través de cuya interpretación y observación se pretende conocer y predecir el destino de los hombres y pronosticar los sucesos terrestres», sino al segundo de ellos, a la Astronomía, según el mismo diccionario: «Ciencia que trata de cuanto se refiere a los astros, y principalmente a las leyes de sus movimientos». Y es que en su época, al contrario de lo que ocurre en la actualidad, ambas ciencias iban de la mano, por lo que todas las alusiones que, al igual que la anterior o las siguientes que comentaremos, se hacen en El Quijote a términos astrológicos, han de entenderse referidas a términos astronómicos.
En el capítulo XII, del libro primero, en el que al referirse a Grisóstomo, un famoso pastor y estudiante salmantino fallecido, al comentar los conocimientos adquiridos por aquél, Cervantes define la Astrología, por boca de un pastor, Pedro, en estos términos: «Principalmente decían que sabía la ciencia de las estrellas y de lo que pasan, allá en el cielo, el sol y la luna, porque puntualmente nos decía el cris del sol y de la luna«. Don Quijote le corrige: «Eclipse se llama, amigo, que no cris, el escurecerse esos dos luminares mayores«. Y Pedro, el relator del capítulo, prosigue: «Asimesmo adivinaba cuándo había de ser el año abundante o éstil«. «Estéril queréis decir«, le enmienda nuevamente. «Esa ciencia se llama astrología«, apostilla finalmente Alonso Quijano.
En la Famosa aventura del barco encantado, libro segundo, capítulo XXIX, Cervantes demuestra tener ciertos conocimientos cosmográficos adquiridos durante el tiempo que estuvo enrolado en la Armada al comentar los «trescientos y sesenta grados que contiene el globo, del agua y de la tierra, según el cómputo de Ptolomeo, que fue el mayor cosmógrafo que se sabe«. Sancho replica «Por Dios… que vuesa merced me trae por testigo de lo que dice a una gentil persona, puto y gafo, con la añadidura de meón, o meo, o no sé cómo«, confundiendo deliberadamente en su respuesta Ptolomeo por meo, cómputo por puto, y cosmógrafo por gafo.
También en el mismo capítulo Don Quijote explica a Sancho el singular método utilizado por los marineros de la época para saber si han pasado la línea equinoccial «que divide y corta los dos contrapuestos polos en igual distancia»: «Todos los que van en el navío se les mueren los piojos«. Sancho el recrimina la validez del método de determinación del paso del ecuador terrestre y y acerca del avance habido por su imaginario barco. Alonso Quijano, a su vez le devuelve su contestación con los siguientes términos astronómicos útiles en la navegación: «Que tu no sabes qué cosa sean coluros, líneas, paralelos, zodíacos, clíticas, polos, solsticios, equinocios, planetas, signos, puntos, medidas, de que se compone la esfera celeste y terrestre; que si todas estas cosas supieras, o parte dellas, vieras claramente qué de paralelos hemos dejado atrás…«.
En el mismo capítulo, aunque un poco antes de las líneas comentadas en el párrafo anterior, Don Quijote demuestra algunos conocimientos astronómicos «básicos»: «Pero ya habemos de haber salido y caminado, por lo menos setecientas o ochocientas leguas; y si yo tuviera aquí un astrolabio con que tomar la altura del polo, yo te dijera las que hemos caminado.«
Por último mencionar que, exceptuadas las referencias lógicas al Sol, sólo hemos encontrado en todo El Quijote dos referencias a la posición y denominación de estrellas, el comentado al comienzo sobre la bocina, la Osa Menor, y el referido en el segundo libro, al final del capítulo XLI sobre la venida de Clavileño: «… pues estando la región del fuego entre el cielo de la luna y la última región del aire, no podíamos llegar al cielo donde están las siete cabrillas…» aludiendo con este último término a la constelación de Las Pléyades.
Esteban Martínez
Noviembre 2005
Referencias
· Nocturlabio, Jacinto del Buey Pérez, edición del autor.
· Artículo «Donde se cuenta la relación del ingenioso hidalgo con los astros», de Jordi José y Manuel Moreno, publicado en El País, 14/4/2005.
· Revista Muy Interesante
La segunda ilustración corresponde a la obra
del escultor andaluz Aurelio Teno
denominada «Para alcanzar la estrella inalcanzable»
y que junto con otras sobre el personaje
de Don Quijote se expuso durante
noviembre y diciembre de 2005
en el Jardín de Orive de Córdoba.