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Sistemas naturales de medición horaria en Andalucía

En la antigüedad, el ser humano necesitaba saber cuándo se iba a producir el paso de las migraciones animales por un determinado lugar o el mejor momento para proceder a la recolección agrícola, conforme al desarrollo de una determinada estación.

En ambos supuestos, la observación de la situación de las estrellas en el firmamento, sabiendo que los movimientos eran cíclicos, le ayudaban a determinar las estaciones y, por tanto, los momentos más propicios para ejercer las actividades de la caza y la recolección: La observación de los cielos nocturnos y de los ciclos del Sol y de la Luna, se habría convertido en cuestión de vida o muerte.

La necesaria anotación de determinados momentos anuales, inicialmente mediante el dibujo de simples símbolos en cuevas, o posteriormente disponiendo enterramientos u otras construcciones conforme a determinados puntos cardinales, estaba dando paso, inconscientemente, al fin de la superstición y el ser humano se iniciaba, poco a poco, en la ciencia matemática y la escritura.

Estas observaciones y anotaciones, son una constante en muchos pueblos y civilizaciones prehistóricas pero también en las más modernas. Estos son algunos de los casos más conocidos: Stonehenge, en Inglaterra, donde los enigmáticos megalitos siguen con exactitud el recorrido solar durante todo el año. Abu Simbel, en Egipto, cuya orientación permitió que en el trigésimo aniversario de la coronación de Ramsés II, -1260 AC- la luz solar atravesando dos pequeñas rendijas, iluminara durante unos segundos su estatua que estaba situada al fondo de un pasillo en una oscura sala. En la ciudad-templo Chichén Itzá, en México, los mayas construyeron una edificación conocida como «el caracol», en la que en una celda situada en su parte superior, tres pozos de luz están orientados hacia exactos puntos de avistamiento del Sol y de Venus, en determinados momentos anuales.

Pero además de estos renombrados ejemplos, existen otros casos, distribuidos por todo el orbe, que aunque menos espectaculares y llamativos, no dejan de tener su importancia y nos desvelan la preocupación y el interés que nuestros cielos, y los movimientos que en ellos se suceden, suscitaron en nuestros antepasados: La ciencia que estudia, analiza e investiga estos indicios y señales e intenta desvelar los sistemas utilizados por las civilizaciones más antiguas para la elaboración de sus calendarios, es la que se ha venido en llamar Arqueoastronomía.

Pero desde lo más grande a lo más pequeño, desde lo más lejano hasta lo más cercano, en Andalucía encontramos varios ejemplos tanto de pinturas y señales trazadas en paredes de cuevas que denotan la práctica observatoria de cielos y, quizás, de un primigenio culto al Sol, como de enterramientos que han sido dispuestos con una determinada orientación con el fin de hacer llegar la luz del Sol en determinados momentos anuales.

Monumentos megalíticos

Comenzamos nuestro recorrido en la campiña de El Condado de Huelva, concretamente en la localidad de Trigueros, donde se conserva el dolmen de Soto, fechado entre el 3800 y el 2500 AC (Edad del Cobre o calcolítico). Descubierto por Armando de Soto en 1922, y declarado Monumento Nacional 10 años más tarde, destaca entre los 200 monumentos megalíticos existentes en la provincia de Huelva por ser el más suntuoso.

Junto con los conjuntos dolmíticos de la aldea El Pozuelo , de Zalamea la Real , -necrópolis formada por diversos tipos de dólmenes- y el de Los Gabrieles , en Valverde del Camino -con megalitos en forma de mesa- forma una excelente muestra de arquitectura funeraria neolítica.

Pero lo que más destaca en el conjunto situado en las afueras de Trigueros es su forma, ya que se trata de un dolmen de corredor largo, con un pasillo de unos veinte metros de longitud que tiene la particularidad de que, debido a su orientación este-oeste, en los equinocios los primeros rayos del Sol avanzan por el corredor iluminando la estancia situada en su extremo sólo durante unos minutos en el comienzo del día.

Pictogramas rupestres

También en cuevas y abrigos diseminados por la provincia de Cádiz, encontramos varios ejemplos de observación astronómica como en la Cueva del Sol, en Tarifa (Cádiz), en la que se han logrado conservar diversas figuras rupestres de ídolos oculados, además de unos trazos que posiblemente representen un cometa y un dibujo del Sol, el más antiguo pictograma que del astro rey se conserva en Andalucía.

El sol dibujado en la Cueva del Sol
Otra figura de la misma cueva que pudiera representar una cometa

En la Cueva del Cancho, también en Tarifa, se conserva un esquema pintado en una de sus paredes que tiene la particularidad de que en el solsticio de invierno, y sólo durante los minutos centrales del día, la sombra de la propia piedra que lo sustenta, se adapta en cada momento a la curvatura de la figura, haciéndose coincidir con las marcas dibujadas directamente sobre la roca. Este signo singular, del que no se ha localizado ningún otro con similar trazado podría tener una utilidad calendárica ya que serviría para la determinación exacta del momento del solsticio referido y por tanto serviría de aviso a la comunidad para el inicio de un periodo de caza o recolecta agrícola o de algún tipo de fiesta o celebración.

Para que todos estos testimonios de la observación astronómica y de la creatividad que tuvieron nuestros antepasados puedan seguir conservándose, es necesario que se les dote de un adecuado nivel de protección.

Aunque en 1998 la UNESCO incluyó en la lista del Patrimonio Mundial el Arte Rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica, estaciones tan importantes como la Cueva de la Pileta, la de Nerja, la de Ardales o la del Moro, aunque también pertenecen al Arco Mediterráneo, no se incorporaron a la lista.

Por ello, desde Reloj Andalusí nos sumamos a la campaña que desde la Asociación Gaditana para el Estudio y la Defensa del Patrimonio Arqueológico se está llevando a cabo con el fin de conseguir que las representaciones prehistóricas que abarcan en total un periodo de 20.000 años, conocidas como Arte Sureño, sean incluidas en la lista del Patrimonio Mundial del Arte Rupestre del Arco Mediterráneo.

Un último ejemplo de pintura rupestre con connotaciones astronómicas lo encontramos en la Piedra de la Pareja. No se trata de una cueva o abrigo sino de una gran roca en la que hace unos años unos niños de Jimena de la Frontera municipio en el que se encuentra, descubrieron dos figuras humanas, de pie, sujetando u observando lo que podría representar el arco diurno solar, aunque ciertamente, hasta la fecha, no se ha constatado su autenticidad.

Una representación parecida a ella, y suficientemente contrastada la encontramos en un lugar bastante lejano a Jimena, en la Cueva de los Letreros situada en el municipio de Vélez-Blanco (Almería), donde una figura conocida como el Indalo ha pasado a convertirse en el icono rupestre más ampliamente representativo de todo un territorio, en este caso Almería. En ella una persona sujeta un arco que la rodea por su extremo superior y que podría representar tanto el arco iris o el firmamento, como el propio arco que dibujo el Sol en su recorrido diario.

Volviendo a la provincia gaditana, encontramos un último e interesante exponente prehistórico singular de observación astronómica en la Necrópolis de los Algarbes, en la que entre una multitud de enterramientos se encuentra un amplio corredor tallado directamente en la roca arenisca, relacionable por su estructura con los enterramientos megalíticos de galería cubierta, como el descrito de Soto, y que tiene la peculiaridad de estar perfectamente orientada en dirección norte-sur.

Relojes de montaña

Pero no sólo han sido las cuevas y abrigos naturales, o las construcciones megalíticas, los únicos elementos naturales que fueron utilizados por nuestros antepasados para la determinación de las estaciones o los momentos diurnos. Hasta la invención de los relojes mecánicos, o incluso conviviendo con ellos, la posición del Sol sobre las cimas de las montañas o la propia iluminación del Sol, o la sombra por ella producida, sobre alguna de sus vertientes, promontorios, rocas y hendiduras, ha determinado las horas transcurridas, determinados momentos del día, o las que faltan para la culminación de la jornada diurna: son los llamados «relojes de montaña».

En la localidad de Dehesas de Guadix (Granada), se encuentra el conocido como Cerro del Reloj , en cuya cara oeste, existe un corte vertical en el que a partir del mediodía inciden los rayos del sol. Esta peculiaridad era utilizada por los campesinos en sus faenas agrarias o quizás, incluso para la determinación del momento de la oración, en el caso del ángelus, al mediodía.

Para conocer otro caso que hemos conocido, volveremos a visitar Vélez-Blanco, ya que en sus alrededores, se encuentra la montaña La Muela , donde es conocido el «agujero de las cinco», ya que justo a esa hora es iluminada por el Sol una hendidura que se encuentra cercana a su cima.

Posiblemente otros elementos o accidentes geográficos dispersos por Andalucía cumplan similares funciones, como en el caso del Pico del Reloj , que junto con el de San Cristóbal rodean la localidad de Grazalema (Cádiz), o el del Camino del Reloj situado en el municipio de Cardeña (Córdoba), de los que esperamos poder confirmar su verdadero origen y utilización en un futuro artículo.

Esteban Martínez

Julio de 2008

Para que todos estos testimonios de la observación astronómica y de la creatividad que tuvieron nuestros antepasados puedan seguir conservándose, es necesario que se les dote de un adecuado nivel de protección.

Aunque en 1998 la UNESCO incluyó en la lista del Patrimonio Mundial el Arte Rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica, estaciones tan importantes como la Cueva de la Pileta, la de Nerja, la de Ardales o la del Moro, aunque también pertenecen al Arco Mediterráneo, no se incorporaron a la lista.

Por ello, desde Reloj Andalusí nos sumamos a la campaña que desde la Asociación Gaditana para el Estudio y la Defensa del Patrimonio Arqueológico se está llevando a cabo con el fin de conseguir que las representaciones prehistóricas que abarcan en total un periodo de 20.000 años, conocidas como Arte Sureño, sean incluidas en la lista del Patrimonio Mundial del Arte Rupestre del Arco Mediterráneo.

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