Posadas – Calendario del dolmen de La Sierrezuela
A una distancia de un kilómetro al norte de la localidad andaluza de Posadas, se encuentra el monte La Sierrezuela, un lugar privilegiado rodeado por las vegas del Guadalquivir y del Guadalbaida, con predominancia arbórea de pino piñonero y con una gran muestra de matorral de bosque mediterráneo destacando su imponente palmital, el más extenso de la provincia de Córdoba.
Actualmente La Sierrezuela se encuentra protegida bajo la figura de Parque Periurbano y también en él, desde el punto de vista etnológico, destaca la presencia de unas cuevas de probable ocupación paleolítica así como indicios de la existencia de una minería de cobre y plomo de época romana.
Pero la presencia humana más antigua que se evidencia en La Sierrezuela y que motiva el presente texto, es la existencia de dos dólmenes situados en su parte más elevada, que fueron descubiertos a comienzos de los años 90 del siglo pasado y que tras una cata inicial, en la que se hallaron algunos cráneos humanos y diversas piezas de cerámica, sílex y otros restos de piedra de época calcolítica(1), fueron nuevamente cubiertos de arena en espera de una intervención más completa.
Este caso es una muestra más de la obra realizada por las comunidades existentes en la Andalucía del Calcolítico, hace unos 4.500 años, en este ocasión unos dólmenes de galería de una factura similar, aunque de menor tamaño y carentes de cubierta, al conocido como Dolmen de Soto, declarado monumento nacional en 1932, que se encuentra situado en la localidad onubense de Trigueros.
Y es que al igual que este último, aunque con una longitud sensiblemente menor pues miden casi 8 metros de longitud, los dólmenes de La Sierrezuela, presentan una casi perfecta orientación Este-Oeste . Nosotros hemos apreciado tanto con brújula magnética como con varias aplicaciones de dispositivo móvil, que existe una variación NE-SW de entre 13 y 15 grados sobre el eje, diferencia que teniendo en cuenta la época en que fueron construidos, consideramos irrelevante.
Tal disposición de los dólmenes hace que este conjunto se sume a la muestra andaluza de antiguos ejemplos de observación astronómica –como en caso de Trigueros ya comentado- pues para la correcta alineación del dolmen con el eje Este-Oeste son necesarios precisos conocimientos acerca de los movimientos aparentes del Sol en el firmamento.
Ha debido transcurrir más de un cuarto de siglo desde que se descubriera para que, tras una inicial protección mediante simple vallado, en septiembre de 2017 fuese inaugurado al público un edificio funcional que a la vez que protege los restos arqueológicos del Dolmen I(2) del desgaste de la intemperie y, por qué no, del vandalismo, pretende facilitar su uso educativo.
Las obras han sido realizadas bajo la supervisión del arqueólogo local Rafael Fenoy y la dirección del arquitecto colono Alejandro B. Galán Díaz.
La estructura desmontable se rodea de un muro ornamental y de una tela metálica que impide el acceso al interior.
Como elementos didácticos el conjunto se acompaña de, además de una panel explicativo que da la bienvenida al conjunto, una serie de placas en las que bajo el título “Posadas, Historia milenaria… tradición hospitalaria” se exponen textos e imágenes sobre el megalitismo y el espacio y la vida en el Calcolítico.
Pero en el interior del espacio expositivo, y ello es lo que motiva fundamentalmente la redacción del presente texto, se muestra una placa de un tamaño aproximado de 130 x 65 cm. que tiene como motivo central un reloj de sol-calendario diseñado por el propio arquitecto del edificio, Alejandro B. Galán quien además de este cuadrante-calendario, tiene dos piezas más expuestas en su localidad de nacimiento, Fuente Palmera, un calendario vertical en un edificio de viviendas y “El testigo del tiempo” una escultura-reloj solar-calendario horizontal situado en la plaza de los Remedios.
Aunque la placa está orientada el Sur geográfico, se encuentra expuesta en el interior del edificio bajo el tejado cubierto de brezo por lo que sólo recibe sombra a lo largo del día. Esto es así porque aunque en un principio se pensó colocarlo en el exterior, integrado en la roca caliza, su uso eminentemente didáctico aconsejaba que se realizara en un material fácilmente transportable con el fin de que pudiera ser utilizado en Posadas y en los aledaños de su término municipal sin riesgo a sufrir una variación apreciable en su lectura. De ahí su ubicación interior y su fácil traslado para el fin que se ha previsto.
En el cuadrante aparecen trazadas las líneas horarias para las enteras y las medias en horario solar real con numeración romana, aunque para su adaptación al horario legal también se complementa con los minutos de adelanto o atraso a considerar según el día del año en que nos encontremos y con el gráfico de la Ecuación de tiempo.
En el calendario se destacan efemérides anuales interpretadas por el autor en torno a la vida de un poblado maleno en el Calcolítico acompañadas de originales gráficos ilustrativos.
En la parte derecha del limbo horario se exponen algunas nociones sobre el funcionamiento y uso del calendario solar, sobre la forma de calcular el eje norte-sur por el método hindú y datos con determinadas magnitudes astronómicas.
Después de visitar en numerosas ocasiones La Sierrezuela por mi afición a la naturaleza, y conocer la existencia de estos dólmenes desde hace años, sorprende agradablemente ver que, al menos en esta ocasión, las administraciones públicas –tanto el Ayuntamiento de Posadas como la Diputación Provincial de Córdoba- se han puesto las pilas para proteger un patrimonio común heredado, para conservarlo y ponerlo a disposición de quienes nos sobrevivan.
Sin duda todo un acierto por la puesta en valor de este bien cultural y por la labor divulgativa y didáctica que ofrece un cuadrante solar que nos pone en contacto con nuestros ancestros a través de la lectura horaria y calendárica gracias al Sol, el mismo que ellos utilizaron para la orientación dolménica situándonos en un espacio común de reflexión y de perspectiva de futuro.
Esteban Martínez
Noviembre de 2018
Notas
(1) De unos 4.500 años de antigüedad, en la misma época en que la civilización egipcia destacaba con sus pirámides elevadas hacia el cénit. ▲
(2) El dolmen II situado a unos metros al Este, se encuentra igualmente protegido por unas vallas que impiden el acceso. ▲
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