En Astronomía, el tiempo transcurrido entre los siglos VIII al XIV EC es conocido como el periodo islámico, pues la mayor parte de la actividad astronómica tuvo lugar en Oriente Medio, el norte de Africa y la Iberia musulmana.

Mientras en Europa se abría paso el oscurantismo y languidecían las investigaciones científicas, los sabios musulmanes enriquecieron el legado que en tal materia habían recibido de los clásicos griegos, transmitiéndolos a su vez a la Europa del Renacimiento.

En esta labor existen nombres que destacan con luz propia. Así Hunayn ibn Ishaq al-Ibadi, Thábit ibn Qurra y Ahmad ibn Muhammad al-Fargani fueron otros encargados de traducir, e incluso comentar, los antiguos textos griegos. Usando los principios de la trigonometría esférica en el diseño de los relojes, en el siglo VIII Abul Hassan, en una de sus obras explicó cómo trazar las líneas horarias sobre superficies esféricas y cónicas, usando por primera vez el gnomon polar -alineado con el eje de rotación terrestre- y utilizando la división del día en horas iguales.

En el manuscrito titulado Obras de Astronomía que en el Siglo IX escribió Thabit ibn Qurra se encuentran descritos los cuadrantes solares en uso en el mundo árabe hacia el 900. También en el siglo IX, Ahmad ibn Muhammad al-Fargani tradujo al árabe los textos griegos, entre otros los de Ptolomeo. Sobre el año 820 encontró la máxima declinación del Sol, estimando en 23º 35′ y escribió una obra muy importante «Elementos de astronomía» que fue traducida al latín en el siglo XII, y un libro sobre los relojes solares y sobre la forma del planisferio y del globo celeste.

La determinación con total precisión de la oblicuidad de la eclíptica, la duración del año trópico y de las estaciones y del movimiento verdadero y medio del sol, fueron varios de los logros alcanzados por al-Battani (858-929) Gracias a sus observaciones se pudo calcular en 1749 la aceleración secular del movimiento lunar.

Pero más allá de estos destacados personajes en el mundo árabe que sin duda lograron revolucionar el pensamiento científico de la época, también en al-Andalus destacaron prominentes investigadores en el campo de las matemáticas y de la observación astronómica que bebieron de sus fuentes y que, fundamentalmente por la obligación de conocer el exacto momento de los rezos islámicos, practicaron la Miqat o astronomía religiosa, si bien, como veremos en Autores y Ciencia andalusí, con desigual resultado.

Los árabes, mediante el astrolabio, que aunque como ya se ha dicho, se trata de un invento griego, introdujeron lenta pero inexorablemente la toponimia estelar árabe en el Occidente europeo, dando nombre a estrellas y constelaciones tales como Altair, Deneb, Betelgeuse, Aldebarán, Fomalhaut y Vega.

Aún hoy en día son numerosos los términos relacionados con dicha ciencia o con las Matemáticas que recuerdan su origen árabe: acimut (as-sumut: la dirección), cénit, álgebra, cifra, guarismo, nadir, el uso de la equis (x) y la utilización del cero (0). [Incluso el término arroba (@), de uso tan extendido en Internet tiene el mismo origen semántico.]

En resumen se puede afirmar que introdujeron numerosas mejoras en las ciencias astronómica y matemática: usaron las seis funciones básicas en trigonometría, sólo el seno fue introducido desde la India, el resto -coseno, tangente, cotangente, secante y cosecante- son de origen árabe.