|

Estimación de la hora por métodos populares

Hasta la aparición de los relojes mecánicos y muy especialmente hasta la aplicación del péndulo en 1658, los relojes de sol son, junto a relojes de arena, las clepsidras y otros instrumentos(1) los métodos tradicionales más utilizados para conocer la hora con mayor o menor precisión.

Idealización del complejo reloj de vela descrito por Ibn alJatib sobre el encargo realizado a comienzos del siglo XIV por el rey nazarí Muhammad III.(2)

En la actualidad, cuando queremos saber la hora, basta con mirar nuestro alrededor y no solo al reloj de pulsera o al teléfono móvil. En la vía pública o en nuestro espacio más privado la hora se nos ofrece desde cualquier lugar: reloj de cocina, radio-reloj despertador de mesilla de noche o el TDT en el televisor, son algunos ejemplos.

Estamos continuamente sometidos no ya a la tiranía del tiempo, sino a la de la exactitud horaria que también en el ordenador, la tableta o en el móvil, gracias al protocolo informático NTP(3), se nos muestra ajustada a la milésima de segundo en modo de Tiempo Universal Coordinado(4).

Pero hubo un tiempo en que no fue así, un tiempo en el que el reloj y su exactitud no era importante para la mayoría de la gente.

No fue hasta los comienzos de la industrialización cuando comienza a surgir la necesidad de la medición exacta del tiempo. Ya en las sociedades antiguas, premodernas y aún en las posindustriales aunque en entornos rurales sin tanto artilugio, existieron otros métodos para saber la hora con el fin de distribuir mejor las tareas a lo largo de la jornada, para atender las obligaciones religiosas o para algo tan básico pero de tanta importancia como hacer la distribución de las aguas en “tandas” por las acequias de riego.

En la antigüedad y en algunos pueblos aún hoy, el tiempo se mide en función de los procesos habituales de los ciclos de trabajo y de las tareas domésticas. Así, los intervalos de tiempo son medidos en Madagascar, como menciona Edward P.Thomsom (1924-1993) en su trabajo “Tiempo, disciplina de trabajo y capitalismo industrial”(5), “por «una cocción de arroz» (alrededor de media hora), o «la fritura de una langosta» (un momento)”. Un cuarto de hora es definido por los nativos de Cross River (Nigeria) como “el tiempo que tarda el maíz en quedar completamente tostado”. Y en el Chile del XVII, “el tiempo se medía con frecuencia en «credos»: en 1647 se describió la duración de un terremoto como el periodo de dos credos; mientras que se determinaba e! tiempo de cocci6n de un huevo por la duración de un «avemaría» en voz alta.”.

Pero más allá de la forma en que en otras culturas o en otros tiempos se recurrió al conteo del tiempo, también hoy es posible que en determinadas circunstancias, como estando de pesca o haciendo senderismo, se nos agote la batería del móvil y siendo de día o de noche necesitemos conocer la hora. Y precisamente para eso debemos tener otros recursos que podamos utilizar para la apreciación horaria más allá de la tradicionalmente obtenida en función de la sombra que una varilla proyecta sobre una superficie.

Hagamos por todo ello un repaso a diversos métodos populares de estimación horaria sin la intervención de artefactos creados por el ser humano, ya sea mediante la observación de la altura del Sol sobre el horizonte, de la sombra de una persona proyectada sobre el suelo o producto de la simple observación del entorno natural: cielos, accidentes geográficos, flores y aves.

La utilización de la mano para la estimación horaria es ya conocida desde el siglo XVI. En el capítulo XVIII de un libro publicado en 1598 y escrito por Gerónimo Cortes(6) se describe la “regla para saber por la mano y por el Sol qué hora es del día”, eso sí, con la ayuda de una pajuela o un palillo. Este mismo método es descrito años más tarde, en 1774 en una revisión de la misma obra(7) que fue llevada a cabo por Pedro de Enguera, bajo el epígrafe “Aquí se da una regla para saber la hora por la mano y por el Sol, qué hora es del día”.

En definitiva, en ambos textos se hace una descripción de un método “popular” de conocer la hora mediante el cual la palma de la mano se transforma en el limbo horizontal de lectura de un reloj de sol acimutal y en la que los “cabos” de los dedos o sus “junturas” se convierten en puntos de señalamiento horario.

… Y puefto anfi, ponga vna pajuela, o palillo del largor del index , entre la raya de la línea vital(que es la que rodea el dedo polex) y entre la juntura del dicho dedo , y alargue el braço derechamente hazia la punta del pie yzquierdo…

Nuevamente aunque con ciertas variantes de dicho método encontramos descrito en un opúsculo(8) escrito por el padre Fr. Buenabentura Tellado, se incluye un texto en el que bajo la denominación “Reloj de sol por la mano, para saber qué hora es del día” se detalla pormenorizadamente la forma en que es posible conocer la hora diurna auxiliándose sólo de la mano y de “un palito”. A continuación reproducimos íntegramente el texto de este último documento que nos fue facilitado en su día por nuestro colega gnomonista y cuadrantero Antonio J. Cañones:

Reloj de sol por la mano, para saber qué hora es del día
Fr. Buenabentura Tellado

Para consuelo de caminantes, y de los que viven en Lugares, que no tienen Relox, servirá èste. Eftando el Sol descubierto, y fabido el punto,ò fitio por donde nace,y fe pone ( en el Equinoccio) fe hace lo figuiente: A la mañana,ò antes de medio dia, fe pondrá el fugeto de pie, y con las efpaldas àcia el fitio donde nace el Sol, toma un palito del largo del dedo indice,y lo pone derecho entre el p olice, y la raya vital ( que la circunda ) de la mano finieftra eftendida : luego endereza el brazo àcia a punta del pie izquierdo, de forma , que la palma de la mano eftè ácia arriba, y à nivel con el hombro , y la fombra del palillo , que eftà derecha , dirà la hora que es , en efta forma: En Mayo, Junio, Julio, y Agofto , dará la fombra à las cinco de la mañana en la extremidad del índice, á las 6. en la del medio,y a las 7. En la del anular, à las 8. En la del meñique, à las 9. en la juntura inmediata del mifmo, à las diez en la figuiente, à las II. en la ultima , y à las I2. en la figuiente raya de la palma. A la tarde, ò defpues de medio dia , fe vuelve de efpaldas àcia donde fe pone el Sol (en dicho Equinoccio ) y haciendo con la mano derecha , lo que antes con la izquierda , fobre el pie derecho, &c. irà volviendo la fombra por donde vino, dando la una en la juntura inicial del meñique, &c.

En Marzo,Abril,Septiembre,y Octubre,à la mañana darà à las 6. en la juntura inmediata à la extremidad del indice, à las 7. en la del otro, &c. hafta la raya de la palma. A la tarde vuelve por los mifmos filos. En Noviembre,Diciembre,Enero,y Febrero, à la mañana darà à las 7. en la juntura média del índice, à las 8. en la del figuiente, &c. Y à la tarde vuelve por donde vino.

Otros difcurfos hay para el cafo 3 pero bafte por ahora lo dicho. La pràctica dirà lo mas cierto en efte particular, y en todo me conformo con el mejor fentir.

En las imágenes siguientes se muestra una interpretación del texto anterior para cada uno de los grupos de cuatrimestres descritos y para las horas matutinas, en las que el observador debe situarse de espaldas al Este.

Líneas horarias para los meses centrales del año
Líneas para los meses cercanos a los equinoccios
Horas estimadas para los meses cercanos al solsticio invernal

Otro de los procedimientos tradicionales que nos han ayudado a “atrapar el tiempo” utilizando la mano, es el comúnmente utilizado por excursionistas y enseñado a los scouts antes de su primera salida al campo. Conociendo la hora de salida o puesta del sol y situando nuestra mano extendida hacia nosotros, con el brazo lo más alejado posible, con el pulgar haciendo que no sobresalga y haciendo coincidir la parte inferior de la mano con el horizonte, obtendremos la medida de una hora, pues aproximadamente cada dedo de los cuatro que observamos representa 15 minutos de recorrido solar. Y superponiendo mano izquierda sobre derecha y así sucesivamente, obtendremos las horas y tramos de quince minutos que han transcurrido desde el alba o o los que restan hasta el ocaso.

Método de la mano

Del mismo modo en que los egipcios determinaron la hora mediante la longitud de la sombra proyectada sobre el suelo por estacas verticales y obeliscos, en el siglo V EC Paladio(9) describe en su Tratado de Agricultura(10) la forma de conocer la hora gracias a la sombra de una persona.

En la parte final de cada uno de los 12 libros de su tratado que dedica cada mes del año, señala la distancia de la sombra de una persona para las horas del correspondiente mes. De esta forma y a modo de ejemplo para el mes de ENERO dispone las siguientes medidas:

“En este mes, en la duración de las horas, coincide con el mes de diciembre, cuya medida se resume del modo siguiente:

Hora I ……. XXIX pies
Hora II …… XIX pies
Hora III ….. XV pies
Hora IV ….. XII pies
Hora V ……. X pies
Hora VI …… IX pies
Hora VII …. X pies
Hora VIII … XII pies
Hora IX …… XV pies
Hora X ……. XIX pies
Hora XI …… XXIX pies”

Este método es comentado por Pedro Novella, en el libro sobre los relojes de sol canónicos con numeración(11) en el que con respecto a este tipo de relojes distingue dos clases de relojes canónicos u «horologios”: los relojes de sol grabados en muros de iglesias y las tablas horarias de los relojes de sol de pies reproducidas en algunos códices medievales(12), como la comentada de Paladio.

También san Isidoro en sus Etimologías, recoge unas tablas horarias de las que probablemente se copiaron las restantes tablas hispanas(13) , y que asimismo se recogen en otros códices medievales y en los horologios grabados en los muros de iglesias como las tablas horarias incompletas de san Pedro de la Nave, que fueron utilizadas en el siglo VII y cuya imagen se reproduce a continuación.

Tabla horaria de san Pedro de la Nave (Zamora). Foto: Jesús Marín

En ellas sólo pueden leerse las horas correspondientes a cinco meses del año, como se ve en la siguiente libre interpretación, en la que modo de ejemplo, para las horas primera y undécima, se señala una distancia de la sombra de 28 pies.

IANVARIVSET DICEMBR        MAR
I ETXI|XXVIII
II ETX|XVIII
III ETVIIII|XIIII
IIII ETVIII|XI
V ETVII|VIIII
VI ETVI|VIII
FBRSET NOEMBER
I ETXI|XXVIII
II ETX|XVII
III ETVIIII|XII
IIII ETVIII|X
V ETVII|VIII
VI ETVI|VIII

También el método de la sombra de una persona es utilizada en el ámbito rural desde la antigüedad en todas las regiones mediterráneas, incluyendo el Rif y el alto Atlas(14), y aún en la alejada península arábiga(15) para el establecimiento del riego por tandas con agua procedente de balsas. Para el establecimiento de los turnos de irrigación durante la noche se utilizaban los momentos de ascenso de algunas estrellas o su paso cerca de determinados puntos de referencia locales en el horizonte. Durante el día mediante con la ayuda de relojes de sol(16), que pueden estar constituidos por unos simples vástagos verticales que con su sombra proyectada sobre líneas previamente marcadas, se distribuía el riego por tandas horarias(17).

Reloj doble de la balsa de Huéneja (Granada). Autor: Antonio J. Cañones.
Reloj de la balsa Alara, en Vélez Blanco. Autor: Lorenzo López Asensio

Pero existen casos documentados(18) en los que las cantidades que corresponden a diversos beneficiarios del agua de una acequia se miden en «tiempos» o unidades de doce horas que generalmente abarcan desde la puesta de sol hasta el amanecer, «tiempos» que solían fragmentarse en «quintos» con una posible relación entre estas divisiones y al menos dos de las cinco oraciones islámicas zuhr y ‘asr.

En el caso de la cuarta oración islámica diaria -zuhr- comienza tras el mediodía astronómico y termina en el inicio de la siguiente oración, ‘asr, que es cuando la altura de una persona y la longitud de su sombra son similares. La quinta oración, ‘asr, debe comenzarse cuando la sombra proyectada por una persona coincide con la suma de su propia altura y la de su sombra en el momento del paso del Sol por el meridiano.

En 1517 la primera organización de los turnos del uso del agua procedente de la fuente de Aynadamar, a unos 10 kms. de Granada, se correspondían con las oraciones islámicas(19) al estar documentado que, entre otros como se verá más adelante, uno de los turnos asignados a esta acequia, entre mediodía y vísperas, se dedicó como habiz(20) a los adarves de la muralla de madina Garnata, o más concretamente a suministrar agua al primer núcleo urbano zirí, a la Alcazaba Qadima y su área residencial.

Carmen Trillo SanJosé(21), recoge el siguiente cuadro(22) en el que se observa la coincidencia entre los turnos de la acequia de Aynadamar y las oraciones islámicas.

ORACIONES MUSULMANASORACIONES MUSULMANAS PARA MARCAR LOS TURNOSTURNOS DE RIEGOOBJETIVO DEL AGUA
Fayr o subhDe witr(?) a fayr o subhDel alba a la salida del solPago de Machachir
ZuhrDe fayr o subh a zuhrDe la salida del sol a mediodíaHuertas intramuros ypróximas a la ciudad (pago de Mafrox)
Al-asarDe zuhr a al-asarDe mediodía a vísperasAlquería de Viznar y pagos de Granada (Farque, Mora, Almachachr y Aynadamar) y sus adarves
Al-magrib (ignorada para los turnos de riego)De al-asar a al-isa (se llama este turno alaxia)De vísperas al anochecerAlquería de Viznar y pagos de Granada (Farque, Mora, Almachachr y Aynadamar)
Al-isaDe al-isa a witr(?)Del anochecer al albaAljibes de la ciudad
Portada de libro Rellotges i Calendaris Solars a la Vall d’Albaida de Joan Olivares

Otro caso de conocimiento de la hora en función de la sombra proyectada por una persona y su utilización para el riego por tandas es el comentado por Joan Olivares en el libro de relojes y calendarios del Valle de la Albaida (Alicante)(23) en el que, asimismo de indudable raíz islámica, el reparto del agua de la Font del Port, con el que se regaban las aguas de los términos municipales de Albaida, Atzeneta y el Palomar, se realizaba siguiendo el método del «reloj de pies».

Mediante este método se reparten las tiempos de riego en función del momento en el que la sombra de una persona, descalza y de espaldas al Sol, alcanza una línea trazada en el suelo a una distancia de 7 u 11 de sus propios pies y siguiendo un plan de reparto por tandas previamente establecido.

Sin llegar a la precisión que ofrecen los nocturlabios, necesaria para el conocimiento de la hora nocturna por navegantes y exploradores, los pastores utilizaron el método de la observación directa de la constelación de la Osa Menor para, según la posición que presenta en el firmamento, obtener la hora por estimación.

En las ya referidas obras de 1598 de Gerónimo Cortes(24) y en la revisión de la misma(25) llevada a cabo en 1774 por Pedro de Enguera, también se comenta este método popular que demueftra como fe conocera de noche que hora fera por el Norte.

Reproducción de la imagen del cielo que aparece en el Lunario Perpetuo de Gerónimo Cortes.

Y es que la Estrella Polar que forma parte de la constelación de la Osa Menor, también conocida en la antigüedad como la Bocina, se constituye en el centro del universo sobre el cual gira todo el firmamento en el hemisferio norte unos 15º cada hora alrededor de su centro tomando como ejes de dicho ángulo la línea imaginaria que forman la Estrella Polar y la conocida antiguamente, por ello, horologial hoy Pherkad(26).

Miguel de Cervantes, en la primera parte, capítulo XX del Quijote, en relación al temor de Sancho por las intenciones de su amo, y de la noche cerrada en que se hallaban, relata a don Quijote que “no debe de haber desde aquí al alba tres horas, porque la boca de la bocina está encima de la cabeza, y hace la media noche en la línea del brazo izquierdo.” y cómo esta ciencia fue conocida por él en su época pastoril.

El método de la Bocina: imaginaban la figura de una persona de grandes dimensiones sobre la que era trazada una gran esfera de un reloj que se dividía en ocho partes cuyo centro se hacía coincidir con la estrella polar con líneas que se hacían coincidir con otros tantos puntos del cuerpo humano

De esta manera si a medianoche, la Horologial estaba en la cabeza y después se encuentra en el hombro derecho, eso significa que son las tres de la mañana, pues se encuentra situada en el hombro derecho, a unos 45º.

Este método tradicional de apreciación horaria es el antecesor del nocturlabio, mucho más preciso, como se señala en la nota al pie de página de la edición del Quijote comentada por don Diego Clemencín(27): “El modo de conocer la hora de la noche por Ia estrella del norte se explica en el libro 1º de la Hidrografía compuesta por el Licenciado Andres de Poza (.), é impresa en Bilbao el silo de 1583.”. También Tomas V. Tosca, en el Libro 5º, pág. 218-220, de su Tratado XXVI de la Gnomónica, u de la Teórica y Práctica de los Reloxes de Sol(28) describe un reloj lunar portátil o resuelve la forma de “Formar un Relox; en quien se señalen las horas por las Estrellas circumpolares”.

Los accidentes geográficos de determinados ámbitos rurales, también son utilizados para la estimación horaria. La sombra producida por Peñas, Cerros, Rocas, o el oscurecimiento o la iluminación total de orificios existentes en Tajos y Montañas en determinados momentos del día han sido utilizados por los lugareños para el conocimiento horario por estimación para la distribución de labores agrícolas, para la atención de obligaciones espirituales como el rezo del ángelus al mediodía o incluso para la distribución de tandas horarias de riego, ya mencionadas anteriormente en el caso de los “relojes de pies”. En el Libro del Apeo del Estado de Órgiva(29), de 1572, custodiado en el Archivo de la Real Chancillería de Granada queda documentado que en la antigua alquería de Alfacar, al norte de Granada, en tiempos moriscos debió existir una roca o piedra significativa en el entorno que era utilizada como reloj de sol para la medición del tiempo del reparto del agua.

También en la alpujarra almeriense, en el término municipal de Albodoluy a la altura de la Rábita conocida como La Malata, está documentada(30) en 1502 la existencia de una roca conocida como la “piedra amarilla”, que, como en el caso de Alfacar, era utilizada como reloj solar para el reparto de las acequias del agua procedente del río Nacimiento, entre las alquerías de Albodoluy y Alsodux.

Actualmente en Andalucía hemos localizado diversos casos de utilización de elementos del entorno para la estimación horaria. Así encontramos la Cascada de la Vinatera del río Turrillas en Hinojares (Jaén) donde se divisa la Piedra del Reloj, situada en el término municipal de Pozo Alcón, en el que el juego de sombras que provocan los tres escalones verticales de los que está compuesta, informa sobre la hora del día. O el “agujero de las cinco” en la Montaña “La Muela”, al Este de la localidad de Vélez-Blanco (Almeria), que nos diera a conocer en su día el también gnomonista y cuadrantero Lorenzo López Asensio, una gran ranura oscura que se observa en el cortado de la montaña y que a esa hora se ilumina señalando dicha hora.

El “agujero de las cinco” de la montaña La Muela, en Vélez-Blanco (Almería). Foto: Lorenzo López Asensio

También en Dehesas de Guadix y en Juviles existen sendos accidentes geográficos, el Cerro del Reloj y “el reloj de sol de los moros” , respectivamente que señalan el mediodía ya que en ese momento diario los rayos del Sol iluminan un corte u orificio. Este momento diurno es asimismo calculado en la localidad granadina de Aldeire cuando visto desde esa localidad el Sol sitúa justo encima del pico del Morrón del Mediodía, en el macizo de Sierra de Nevada, a las 12:00 de cada día.

Reloj de sol de los moros, en Juviles

En otras comunidades tenemos asimismo constancia de casos similares como el reloj de Bernia, en los alrededores de la ciudad alicantina de Altea, por el que es posible saber la hora gracias al desplazamiento de la sombra de una arista de la sierra(31).

El Morrón del Mediodía visto desde Aldeire

En el catálogo de los relojes de sol de la Diócesis de Vitoria-Gasteiz(32). de Pedro Novella, se recogen diversos métodos por los que los alaveses se regían para la determinación del mediodía u otros momentos del día: cuevas, peñas, árboles, edificios y hasta azadas y makilas(33). también eran utilizadas para tal menester según ha recopilado en diversas localidades alavesas.

No queremos terminar esta pequeña crónica de métodos de obtención horaria por estimación sin incluir dos casos en los que es la propia naturaleza –a través de su flora y fauna- la que nos señala determinados momentos del día.

El botánico y taxonomista sueco Carl von Linneo (1707-1778), en su tratado de 1751 “Philosophia Botanica”(34) y basándose en observaciones realizadas durante varios años, comprobó la coincidencia horaria que se daba en los momentos en que se abrían y cerraban los pétalos de diferentes plantas dividiéndolas en tres categorías: Los meteorici abren y cierran con el clima, tienen en cuenta desde la temperatura y la humedad hasta los campos eléctricos; Los tropici siguen el ritmo de las cambiantes horas de luz a lo largo del día; Y los aequinoctales, escribió Linneo, «se abren precisamente a cierta hora del día y generalmente se cierran todos los días a una hora determinada»(35).

Por ello en el Jardín Botánico de Uppsala creó un espacio que dividió en doce segmentos y en cada uno de ellos plantó las especies cuyos pétalos se abrían o cerraba en el espacio asignado a la respectiva hora. De esta forma es posible conocer la hora gracias a la amapola, la enredadera, la margarita o el cardo común. Así fue como creó su reloj de flores.

Si quieres hacer uno siguiendo sus indicaciones, hay que tener en cuenta que sus observaciones fueron hechas en la ciudad sueca de Uppsala, a una latitud de 60º Norte y que no son válidas para otras latitudes. Él mismo ya observó diferencias, hasta de varias horas, entre los momentos de apertura y cierre de las mismas especias florales, en las ciudades de Uppsala y la de Innsbruck, en Austria.

El horologium florae ha sido objeto de inspiración por botánicos e incluso artistas. Durante el año 2004 se celebró en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo situado en el Monasterio de la Cartuja de Sevilla la exposición “Ambulantes. Cultura portátil. Actitudes y prototipos en el espacio público: el museo y la ciudad”. Entre las obras expuestas se encontraba una realizada por el artista Federico Guzmán bajo el nombre “Reloj floral estacional” que se basaba en el planteamiento formulado por Linneo en 1751.

Y en todo caso no hay que confundir el reloj de flores de Linneo con los relojes mecánicos horizontales o levemente inclinados que podemos encontrar en algunos parques públicos, como el que existió en su día en los Jardines de la Alameda de la ciudad andaluza de Málaga o los existentes en la Viña del Mar (Chile), en Ginebra (Suiza), en Zacatlán (México) o en la más cercana a nosotros ciudad de Valladolid, en Castilla-León.

Reloj floral mecánico que existió en la Alameda de Málaga

Resulta curioso también comprobar cómo las aves nos señalan determinados momentos horarios. Tal como se explica en la web de El Correo del Sol su canto va señalando especialmente las primeras horas del día, canto que mantienen hasta el mediodía en que prácticamente las llamadas se apagan en casi todas las especies. Así, antes de la salida del Sol, son varios los pájaros que no señalan ese momento con su canto: El colirrojo 90 minutos antes, el mirlo, 60 minutos, el pinzón, 40 minutos, el gorrión 10 minutos, el estornino a la salida del Sol y el jilguero, 10 minutos después.

La hora del comienzo del canto de algunas especies de aves. Fuente: El correo del Sol

Finalmente queremos incluir un texto escrito por Cyrano de Bergerac(36). (1619-1655), e incluido en su obra Viaje a la Luna. Historia cómica de los Estados e Imperios del Sol, en el que describe una curiosa forma de conocer la hora:

Portada del libro Viaje a la Luna, de Cyrano de Bergerac

“…y continué con mi paseo, que fue tan largo que cuando regresé hacía ya dos horas que la cena estaba lista. Me preguntaron por qué había llegado tan tarde.
-No ha sido mi culpa -respondí al cocinero que se quejaba-, pregunté varias veces por las calles qué hora era, pero nadie hizo más que abrir la boca, apretar los dientes y ladear la cara de costado.
-¡Qué! -exclamaron todos-, ¿no sabías que esa es la manera en que te decían la hora?
-¡Cielos! -respondí-. Por mucho que expusieran la nariz al sol, ¡yo no me enteraba!
-Es una comodidad -me explicaron-, que sirve para vivir sin relojes. Con los dientes hacen un cuadrante tan justo que cuando quieren decir la hora a alguien, abren los labios y la sombra de la nariz que cae sobre los dientes, señala la hora exacta que el curioso quiere saber. Ahora, para que sepas porqué en este país todos tienen la nariz tan larga, entérate de que, en cuanto la mujer ha parido, la matrona lleva al bebé al prior del seminario y, justamente al cabo de un año, cuando se reúne los expertos, si su nariz es más corta que una cierta medida que tiene el síndico, se lo considera chato y es puesto en manos de una persona que le castra.”

Si conoces algún método de estimación horaria diferente a los comentados o una variante de éstos, te ruego que nos lo hagas saber y lo incorporaremos al texto, lógicamente citando la fuente.

Esteban Martínez
Marzo de 2018

Bibliografía

Notas

(1) Como los relojes anafóricos, los relojes de vela o de candela.

(2) Este reloj de vela está descrito en MARTINEZ ALMIRON, E. Métodos andalusíes no solares de medición horaria. Revista Carpe Diem, nº 24, Palma de Mallorca, diciembre 2007.

(3) NTP son las siglas de Network Time Protocol, que significa «protocolo de red horaria».

(4) Más conocido por sus siglas en inglés, UTC

(5) THOMPSON, E. P. Tiempo, disciplina de trabajo y capitalismo industrial, en Tradición, revuelta y consciencia de clase, Ed. Crítica, Barcelona, 1979. pp. 242-243.

(