Dunkerke

Es curioso como aficionado a los relojes de sol que con el tiempo se dispara dónde uno viaje o visite, camine entre edificios e iglesias antiguas o modernas una especie de obsesión por mirar siempre hacia arriba o hacia la fachada más iluminada para ver si hay por allí algún cuadrante solar.

Ese mecanismo parece saltar como un resorte de forma automática y sin previo aviso, a veces incontrolado. Todo esto viene a colación de cómo tras varios intentos, muchos de ellos fallidos, para disponer de un rato de disfrute cinéfilo me dispuse a ver tranquilamente un film que tenía ganas de ver: Dunkerke (2017).

Ni en esa cómoda situación ese incontrolable mecanismo antes comentado quedaba latente. A los 2´24” del inicio de la película mientras el protagonista corre desenfrenadamente, sus compañeros caen abatidos por el fuego enemigo, tras saltar una gran puerta y protegerse por un sólido muro, ¡¡Plashh!! El martillo incontrolable salta y me golpea cuándo el protagonista corre y pasa junto a un pequeño pedestal que soporta, por lo que la baja iluminación de la sala puedo atisbar, una ¡¡esfera armilar!!

Es de esas veces que dices, ¿es lo que creo haber visto? Extiendo la mano intentando buscar el mando a distancia que corresponde al reproductor de la película entre cojines, aunque el que encuentro es el que no debo, o sea el de la Tv. Sigo buscando y por fin lo agarro con firmeza para a duras penas tratar de buscar el botón de rebobinado entre la pequeña maraña de botoncitos muchos de ellos sin un significado concreto para mí. Me equivoco y hago pausa, reanudo y vuelvo a retroceder. Los sentidos y a la vez la desesperanza se apoderan de mí.

¡Por fin!, lo he conseguido. Una difusa imagen pausada me hizo confirmar mis sospechas. Es una Esfera Armilar.

Me digo “uhmm”. ¿Existirá realmente esa esfera armilar?

Al día siguiente me acordé de aquella pequeña “pelea” con el mando a distancia y de cuál fue el motivo de su buen uso. Por lo que al tener un momento de tiempo libre empiezo a indagar sobre aquel artilugio.

Ciertamente la encuentro:

¿Y por dónde empiezo? Me preguntaba. Pues por lo más evidente, que era determinar dónde pudo haber sido rodada esa escena en la que el protagonista salta la puerta y corre junto a la esfera. ¿Complicado? No sé. Habrá que echar de nuevo mano a la opción de rew-play-pause pero ésta vez del reproductor del pc y tratar de localizar alguna pista en el vídeo.

¡¡Interesante!! Afortunadamente es un buen comienzo. Aunque lo primero que me pregunto es si existe esa calle en Dunkerque, que es a fin de cuentas dónde se ambienta la película. Uso Google Maps y efectivamente existe:

¡¡Vaya!! Pensaba que era sólo ficción. ¡Existe la calle Belle Rade! Busqué a continuación por Street View si la imagen de la secuencia corresponde con la realidad:

Imagen actual
Secuencia de la película

(difieren en la forma del cartel y la puerta pero no en el nombre. La línea bajo los carteles en la pared confirman la similitud).

La ubicación de la puerta es RUE BELLE RADE Nº 36:

¿Y qué hay tras ella? El protagonista salta la puerta y corre por un pasillo dejando la esfera a su izquierda sobre el pedestal para luego volver a saltar sobre un cobertizo a la derecha de una gran casa.

Una imagen de Google Earth confirma la dirección por el que corre el protagonista y la forma del jardín dónde se ubica la esfera:

De estar ubicado en ese jardín la esfera, ¿existe de verdad?

Comprobando base de datos en Dunkerque no encuentro referencia alguna al mismo. Pero, me queda una prueba que podría refutar que realmente existe a no ser que para hacer la película lo pusieran al efecto y lo “orientaran” correctamente al norte. ¿Está bien orientado? Analizando un zoom de la esfera:

Se ve que el gnomon apunta hacia atrás de nosotros sobre nuestras cabezas. Veamos qué me dice Google Earth:

Me quedo un poco asombrado pues realmente la dirección que apunta el gnomon en la escena de la película apunta hacia el norte. Efectivamente hay un alto porcentaje de probabilidades de que exista en ese jardín una ESFERA ARMILAR.

Esperemos que el próximo “martillazo” incontrolable, y para bien, no tarde en aparecer.

Vicente J. Fernández Gallego
Agosto de 2021