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Historia de la Gnomónica
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Medir, contar, calcular |
La fascinación por el tiempo |
Otros tipos de relojes no mecánicos
MEDIR, CONTAR, CALCULAR.
La antigüedad de la ciencia consistente en la medición del tiempo o intervalo transcurrido entre dos instantes, se remonta a los albores de nuestra civilización.
El tiempo como referencia a los movimientos de la Tierra en el espacio, es ya objeto de estudio en el neolítico, cuando el primer artefacto que pudo ser construido para la observación de los astros y, por ende, a la medición del tiempo en función de la posición del sol en el firmamento, es el Circulo de piedras de Stonehenge, en Inglaterra. La colocación de sus elementos fue dispuesta de tal manera que el Sol asoma en determinadas piedras, sólo en precisos momentos.

Stonnenhengen, en Inglaterra
Del Calcolítico se conserva en Andalucía un claro ejemplo de megalitismo astronómica, como es el caso del dolmen de Soto, en Trigueros (Huelva), en el que a su interés puramente funerario se ha sumado su particular orientación que consigue que en los equinoccios, el Sol ilumine la estancia situada al fondo de un corredor, sólo durante los primeros minutos del día.
No obstante el conocimiento más antiguo que se tiene de un sistema más cierto de medida del tiempo es hacia el 2025 AC en la época de los pueblos que habitaron en los valles del Tigris y el Eúfrates, Mesopotamia, y del Nilo, Egipto quienes tras largas observaciones de la bóveda celeste, logran dominar el arte de la medición del tiempo.
Es entonces cuando por primera vez y mediante la longitud y la posición de la proyección de la sombra de una barra perpendicular clavada en el suelo, sobre determinados puntos que marcan las horas del día, se consigue deteminar los puntos exactos del mediodía y la medianoche, así como de los
solsticios y de los equinoccios.
Más tarde vendrían a cumplir la misma función los obeliscos ubicados en plazas públicas.
De esta manera, el gnomon consigue unir el cosmos con la tierra permitiendo al ser humano conocer con exactitud y de una manera directa sus avatares, el recorrido por la bóveda celeste del astro rey, estableciéndose la división de los ciclos anuales, mensuales, semanales, diarios y horarios.
Los egipcios también inventaron el reloj de sombras, formado por una barra horizontal apoyada en uno de sus extremos a una vertical sobre la que descansa. Hasta el mediodía el instrumento se coloca en dirección este. A partir de entonces se cambia la posición ubicándose la traviesa en el lado contrario. El tiempo horario se determina en función de la sombra proyectada sobre una escala. Pero este sistema tenía el inconveniente de que en verano las horas diurnas eran de más duración que las nocturas y en invierno al contrario, por lo que las horas medidas no son constantes. No obstante la civilización egipcia nos legó el día de 24 horas.
En cambio en Mesopotamia, los sacerdotes y sabios babilonios logran determinar la división del tiempo por periodos anuales con doce meses de 29 y 30 días y en fases horarias de sesenta minutos y los minutos en 60 segundos, ya que son cantidades fácilmente divisibles por dos, por tres y por cuatro. La precisión la
consiguen mediante la utilización de otros sistemas de control como los relojes de agua o de arena.
Tanto griegos como romanos introdujeron mejoras técnicas y de diseño en los relojes de Sol.
En la época del Imperio Romano estos artefactos inundan los lugares, especialmente los públicos. Conocido es el "Obeliscus" u Horologium Augusti con cuya sombra se determina la hora en la capital del Imperio.
También Mayas y Toltecas consiguieron calcular la duración del año con sólo 12 segundos de error. Algunas aberturas en el templo de Chichén Itzá (México) enmarcan los amaneceres y los ocasos sólo en los equinocios y los solsticios.
Durante los Siglos II al VIII D.C. proliferan en Italia los "meridiani".
Igualmente podemos encontrar multitud de cuadrantes en el resto de Europa
bajo las distintas denominaciones, según la zona:
"cadrans solaires" en Francia
"sonnenuhren" en áreas de habla alemana,
"sundials" en las anglófonas,
"slunecnich hodin" en República Checa,
"zonnewijzers" en Holanda y
"Relógios de Sol" en Portugal,
por poner sólo algunos ejemplos de su denominación.
La disposición vertical del gnomon se mantuvo hasta el siglo XV en que empiezan a construirse en Europa los relojes con varilla inclinada y paralela al eje de rotación de la Tierra.
A modo de resumen te ofrecemos un cronograma en el que se reflejan secuencialmente algunos de los hechos más relevantes en la historia de la Gnomónica.
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LA FASCINACION POR EL TIEMPO
Hemos visto pues, que la sombra que produce el Sol se configura durante muchos siglos como la medida universal del tiempo. Pero esto a su vez conlleva una desventaja: sólo son útiles en los lugares con ausencia de días nublados. Asimismo la existir diferencia entre los ficticios círculos teórico y real recorridos por el astro rey alrededor de la Tierra, el ángulo de la sombra proyectada con respecto a un determinado punto y a la misma hora real, varía de un día a otro. Igualmente la longitud de dicha sombra varía dependiendo de la latitud del lugar de observación.
Pero estos condicionantes no importan demasiado por cuanto el reloj sirve para que su observador aprecie el paso del tiempo... y de su propia vida. Cuando ésta transcurre aparece inexorablemente la muerte, el destino. Por ello es corriente observar en el fondo de los relojes leyendas relativas a conceptos tales como la livianidad de los momentos o el destino mortal del ser humano:
Tempus Fugit (El tiempo huye).
Aprovecha el día.
Laedunt omnes, ultima necat. (Todas la horas hieren, la última mata.)
El hombre mide el tiempo, el tiempo mide al hombre.
Mortal, ¿sabes para que sirvo? Para marcar las horas que tú pierdes.
Otras leyendas nos refieren la estrecha relación de la medición del tiempo con
la condición humana y su relación con tal concepto.
Dame el sol y yo te daré la hora.
Una hora le parece larga a los perezosos.
El sol se levanta para todos.
Soli, soli, soli.
Trabaja, es la hora.
El sol luce para todos
Solo cuento las horas claras.
El reloj de Sol pasa a ser socialmente aceptado, además, como un objeto cultural en el que la forma con que se adorna la medición del tiempo da origen a la implicación en el arte de la Gnomónica de personas ajenas a las ciencias que la sustentan, geometría, astronomía, matemáticas, y por tanto a su imbricación con diferentes artesanías, que la complementan y enriquecen.
Asimismo pasa a formar parte como elemento nombrado en alguna de las piezas importantes de la
literatura castellana y portuguesa, o se le dedican poesías por algunos de los más preclaros poetas del Siglo de Oro de la literatura española, como Quevedo o Góngora.
Pero de la perfecta unión entre el correcto trazado de medidas y el arte de su ilustración y exposición, se deriva a finales del siglo XVII y durante el XVIII en una ruptura, en el que la medición precisa deja de tener la importancia mantenida hasta entonces, y cobra relevancia el poder "controlar" el tiempo mediante mecanismos de invención humana con vistas a su aplicación a los avances en las artes navegatorias.
A pesar de ello los primeros relojes mecánicos eran tan imprecisos que era necesario ajustarlos cada día con la ayuda de... un reloj de Sol.
Si bien los nuevos sistemas de medición horaria, establecidas desde mediados del siglo XVII conllevan una inflexión en la visión que del mundo y de su tiempo se tenián hasta entonces, tornándose mecanicista, el espíritu de la Gnomónica como base y fundamento del estudio del control del tiempo y por su relación transversal con otras artes, materias y disciplinas, permanece hasta nuestros días.
A lo largo del proceso de investigación humanas para la medición de intervalos horarios, además de pequeños instrumentos, manejables o portátiles, por distintas civilizaciones se han realizado otros de gran tamaño, además de grandes observatorios o construcciones. En un apartado que hemos denominado Magnomónica, hemos un preparado un resumen ilustrado de de esta pequeña gran historia.
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OTROS TIPOS DE RELOJES NO MECANICOS
Entre la utilización de los relojes de Sol para la medición horaria y el hecho de sólo mirarnos la muñeca para ver la hora en un reloj mecánico, de cuarzo o de pilas, ha transcurrido una larga historia en cuyo desarrollo, a caballo en la antigüedad con el propio reloj de Sol, como en el caso de las clepsidras y de los relojes de arena, se encuentran otros tipos de relojes de los que a continuación comentamos algunos.
RELOJ DE AGUA (CLEPSIDRA)
Sirve para medir el paso del tiempo en función de la cantidad de agua que entra o sale de un recipiente, observando el nivel en una escala en él colocada. Ya utilizados en el año 300 a.de C. se pueden encontrar multitud de ejemplos a lo largo de la historia, destacando especialmente los que se fabricaron en Al-Andalus.

- RELOJ DE ARENA
Aun cuando ya eran construidos en Mesopotamia, es en el siglo VIII D.C. cuando se domina perfectamente la técnica de fabricación del vidrio, y se idean estos relojes en los que en su interior se debe encontrar arena perfectamente seca. Si bien Carlomagno ordenó construir uno que marcaba doce horas seguidas, la mayoría sólo servían para medir cortos periodos de tiempo. Se trata del reloj no mecánico más utilizado en pintura pues simboliza la brevedad de la vida y su finalización representada por la caída de los últimos granos de arena.
- DE FUEGO
Procedentes del lejano oriente, el tiempo transcurrido se medía en función del consumo de una varilla de incienso u otras hierbas aromáticas.
- DE VELA Y DE ACEITE.
El tiempo se medía observando el consumo de cera señalado en la vela o de aceite señalado en el recipiente que contiene el líquido.
- DE CAÑON
Marca la hora del mediodía al dispararse la bala de un cañón gracias al fuego producido en la mecha por el calor concentrado de una lupa orientada hacia Sol a su paso por el cénit.
- RELOJ NEUMATICO
A finales del siglo XIX se instaló en París uno de estos relojes en los que el aire consigue marcar la hora mediante un sistema de transmisión desde un reloj central a base de tubos por los que circula el aire a presión.
- RELOJES DE TORRE
Por último nos gustaría incluir como especificidad dentro de los distintos tipos de relojes, los conocidos como de Torre, y es que estas edificaciones han sido utilizadas a lo largo de la historia para la medición del tiempo, bien alojando en sus fachadas relojes de todo tipo, mecánicos, o solares, como los que se encuentran actualmente en la restaurada Torre del Reloj de Estepona, bien sistemas de señalamiento horario acústico, como las campanas, o bien siendo utilizadas ellas mismas, como monumentales gnómones con los que realizar la medición solar del tiempo, como es el caso del Faro de Barbate que puedes encontar en la página de los relojes de Cádiz.
Una vez expuestos algunos ejemplos de relojes no mecánicos no hablaremos más de otros sistemas de medida de tiempo, pues los relojes de pesas, de péndulo, de cuarzo, electrónicos o atómicos... son otra historia.
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